La incomodidad es una sensación que todos experimentamos en diferentes momentos de nuestra vida. Aunque puede parecer negativa, es en realidad una sensación virtuosa, porque nos impulsa a enfrentar situaciones que necesitan cambio. Sin embargo, cuando no hacemos nada con esa incomodidad, esta crece y se transforma en una carga muy pesada que puede consumirnos.
Durante una sesión de trabajo, un ejecutivo me compartió su conflicto moral por una relación desordenada que tenía. A pesar de que las opciones eran claras —dejar la relación, mantenerla y aceptar el dolor, o dedicar su energía a una nueva relación— lo que realmente lo inquietaba no era la decisión en sí, sino el malestar que sentía.
El conflicto no era tanto qué camino tomar, sino cómo dejar de sentirse mal. Su elección, aunque ya decidida, implicaba riesgo y una pérdida emocional significativa. Con el paso del tiempo, la incomodidad se volvió permanente, y su vida quedó marcada por la soledad y la culpa.
Lecciones de la Incomodidad
Las respuestas a nuestros conflictos suelen estar claras dentro de nosotros. No necesitamos ser esotéricos, solo honestos y autocríticos para aceptarlas. A veces, sabemos lo que tenemos que hacer, pero no tenemos la voluntad de enfrentarlo. La vida no es color de rosa, y cada acción tiene un valor y un costo. Pretender ignorar la incomodidad o esperar que se resuelva sola no es una solución viable.
Si algo te molesta y te genera conflicto interno, lo primero que debes hacer es analizar por qué. Aceptar las consecuencias de tus decisiones es parte del proceso, pero lo más importante es resolver si realmente estás dispuesto a hacer algo al respecto. Porque, al final, aunque intentes mentirte a ti mismo, tarde o temprano, la verdad sale a la luz.
Aceptar la Realidad para Tomar Decisiones
Nada es peor que mirar hacia otro lado, con la esperanza de que el tiempo o las circunstancias arreglen el problema por sí solos. Si no enfrentamos nuestros conflictos, estos solo crecerán y se convertirán en una carga aún más pesada.
La incomodidad es un recordatorio de que algo debe cambiar. Si algo te perturba, no lo ignores. Enfréntalo, tómate el tiempo para analizar la situación y acepta las consecuencias de tus decisiones. No puedes esperar que lo inmoral o lo incorrecto se arregle solo; tienes que actuar, aunque cueste.
