Los seres humanos somos indudablemente animales sociales, aunque a menudo no somos conscientes de hasta qué punto lo somos. Esta realidad no pasa desapercibida para el radicalismo ideológico, especialmente el de la izquierda, que ha aprendido a manipular la identidad social para dividir en lugar de unir.
El problema surge cuando hechos científicos y naturales son etiquetados como simples «constructos sociales». Aunque estamos profundamente influenciados por nuestra identidad social, esa afiliación también tiene sus riesgos. La tendencia a la homofilia, o atracción hacia aquellos que son como nosotros, nos lleva a formar grupos con quienes compartimos más afinidades. Aunque este fenómeno puede parecer inofensivo, en ciertos contextos, puede tener consecuencias peligrosas.
Grupos Sociales y la Falta de Debate
Cuando los grupos sociales se crean a partir de ideas infundadas, se levantan fronteras frágiles y carentes de significado. Esto elimina el debate constructivo y bloquea el aprendizaje, lo que lleva a una distorsión social que destruye el pensamiento libre. En otras palabras, nos arriesgamos a perder nuestra capacidad de ver más allá de nuestra propia perspectiva.
Un experimento realizado por psicólogos sociales reveló un hecho fascinante: a un grupo de seguidores de un equipo de fútbol se les preguntó si ayudarían a un aficionado del equipo rival en una situación de emergencia. Más del 70% dudó o dijo que no lo harían. Sin embargo, cuando se les preguntó si ayudarían a un seguidor de la selección nacional en lugar de un equipo rival, el resultado cambió drásticamente. Esto demuestra que la pertenencia social está profundamente influenciada por la causa que compartimos con otros.
Manipulación Ideológica y la Destrucción del Pensamiento Libre
Hoy en día, las ideologías populistas saben cómo manipular la identidad social para dividir en lugar de conciliar. El discurso que plantea «estás conmigo o estás en mi contra» no es más que una táctica que anula el pensamiento crítico y fomenta la división. Nos distrae de la compasión por el otro, llevando a una sociedad en la que los valores comunes y la convivencia pacífica se ven amenazados.
Lo que necesitamos hoy más que nunca son propósitos compartidos que nos unan como sociedad. Debemos ser conscientes de que somos más que simples peones manipulados por las ideologías destructivas. Somos capaces de construir juntos una sociedad más inclusiva y colaborativa.
Es cierto que mucho se ha perdido, pero también es cierto que mucho se puede ganar si decidimos construir en lugar de destruir.
