En un mundo donde los argumentos pierden valor, la inmoralidad encuentra justificación fácilmente. La idea de que el fin justifica los medios ha permeado las decisiones de muchas organizaciones humanas y líderes, generando un terreno fértil para la falta de ética.
El Mundo de Maquiavelo: Poder sin Moral
Bertrand Russell afirmó hace décadas que vivimos en el mundo de Maquiavelo. Según este, un líder debía ser feroz como un león para inspirar miedo y astuto como una zorra para sortear trampas. Si bien este enfoque puede parecer efectivo, la inmoralidad del liderazgo maquiavélico tarde o temprano lleva al fracaso.
En muchas organizaciones, el éxito se persigue a cualquier costo, sin importar los medios. Esto se traduce en una lógica peligrosa:
- El éxito asegura la permanencia.
- El poder debe garantizar ese éxito, sin importar cómo se logre.
- La moral es secundaria cuando el objetivo es mantener el control.
El Fin Nunca Justifica los Medios
Sin embargo, esta narrativa no es inevitable. Si incorporamos la moral y la ética al liderazgo, podemos construir una perspectiva diferente:
«El éxito puede lograrse siempre que se actúe con honestidad, congruencia y respeto. Hacer lo correcto en todo momento fortalece el liderazgo, sin comprometer la integridad.»
La clave está en alinear el éxito con principios sólidos como:
- Generación de valor progresivo.
- Crecimiento sustentable.
- Impacto positivo basado en la ética.

El Tóxico: Un Ejemplo de Inmoralidad en Acción
El líder tóxico combina las peores facetas del león y la zorra: utiliza el miedo para dominar y la astucia para manipular. Aunque pueda obtener resultados inmediatos, su falta de ética mina la confianza y la sostenibilidad a largo plazo.
Liderazgo Ético: Un Camino Posible
El liderazgo moral no es un obstáculo para el éxito; al contrario, es su mejor aliado. Se puede ganar jugando con las reglas, y la historia lo demuestra: quienes eligen el camino de la ética dejan un legado más duradero.
El fin nunca justifica los medios. La moral debe ser el eje que guíe nuestras decisiones, no una concesión opcional. Como líderes, tenemos la responsabilidad de demostrar que el éxito y la ética pueden coexistir y generar un impacto positivo.